Cuántos han asegurado no poder abrir sus lenguas hacia aquella fémina postrada ante aquel atardecer rodeado de un rompeolas; que sus miradas se crucen, pero no compartan el mismo corazón.
Cuántas veces han asegurado apostar por tan sólo una noche de ensueño, una luna de miel, y que cuando abre los ojos, dolor en el pecho se siente.
Oh!, diosa del Olimpo, postrada ante mí,
cuán deseo ser parte de tu ser,
que tu mirada sea la misma a la mía,
que tus besos vuelvan a ser sabor del cielo.
Dime, mujer, que nuestros besos vuelvan a juntarse, porque
no sabes cuán dolor que me produce tu mirada perdida,
desear poder rozar aquellos perfiles que un día eran nuestros,
perfiles tentadores ante los ojos de una crían de zorro.
Incluso apenas estas frases consuelan mis lágrimas desoladoras.

No hay comentarios:
Publicar un comentario